Los tés negros son los que han pasado por el proceso de fermentación. Una vez recolectadas las hojas, estos tés deben pasar por cinco etapas sucesivas: el marchitamiento, que tiene como fin el hacer flexible la hoja para poderla enrollar sin que se rompa; el enrollado, que consiste en romper las células de las hojas, lo que permite diferentes reacciones químicas; el cribado, que selecciona las hojas; la fermentación, que acelera la transformación de la hoja del té en té negro; y la desecación, que detiene la fermantación.